lunes, 18 de agosto de 2008

Cartas al Exilio XXVI

Querido Exilio: Tan grande es el poder de Dios, y tú más que nadie sabe que yo se leer todos sus mensajes y sus señales: ahora me toco entender una de sus lecciones una muy dura por cierto... tan grande es su poder que una piedra puede derrivar al hombre más orgulloso, o al soberbio: peya una piedra mas pequeña que un dedo me hizo morder el polvo y ver hasta luces, peya yo que me he caído de la moto,, que me he golpeado, y he sufrido miles de percances fuertes nunca caí ni mordí polvo tan simplemente como hoy: una piedrita en mi talón me causo una herida más pequeña que cortarse un dedo cortando carne o cebolla; esa cortadita me dirrivo peya: tal como una honda derrivo al gigante Goleat; peya perdí el conocimiento y se me durmieron las manos y los pies, me desmaye por una cortada tan insignificante; la policía tuvo que venir a tirarme a la U para que me curaran aquí porque me desmaye; peya una cortada por una piedra miserable me tumbo...
Querido Exilio; extraño tus mensajes; porque ya no me escribes ni me mandas correos; te la estás desquitando porque no te hablo y esa es tu dura venganza para desesperarme; tus últimos mensajes decían que queres volver al país retornar de tu exilio; lo cual es bueno pero también tengo yo las mismas dudas que vos ¿qué va pasar? y que hará tu mamá para mantenernos separados; también pienso que vos no tenes el valor de enfrentarla... Querido Exilio; yo tengo que mantenerme firme, aunque las últimas experiencias (la piedra y el talón) me hacen pensar que también debo olvidar mi soberbia... talvés tu piedra sea tu embarazo y tengas que aprender tu lección... la mía parece más insignificante pero me ha hecho valorar mi vida...
Querido Exilio; si regresas yo aquí estaré, pero también quiero hacer poesía, aunque me doy cuenta que la vida es tan frágil que una piedra en el camino te puede parar el avance y si Dios a si lo desea el hombre por más que se crea grande no puede nada sin él; bueno también quiero confesar que por hambre le robe unas galletas a mi abuela porque hoy mi mamá le tenía que compra nuevas y ella ya no contaba con ellas; en la tarde me da hambre y no tengo como paliarla...
Querido Exilio; yo siempre pienso que Dios no castiga; pero enseña y enseña con piedras y parábolas, con cosas que vos ves insignificantes pero a la larga esas son las que te pueden cambiar la vida.
Por siempre tuyo
Raíces
El Salvador, San Salvador, 18/8/8

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