viernes, 18 de julio de 2008

Cartas al exilio III

Querido Exilio:

Anoche mientras me revolcaba el la miseria de mis soledad, traté de abrazar tu cuerpo; la dura realidad me golpeo cuando solo pude tocar el aire con mis dedos, y no sentir tu piel entre mis manos; tome conciencia de la soledad en la que me encuentro en el encierro y tú en el exilio...

Querido Exilio; sigo confinado a mis libros, a mis amigos de papel, en ellos leo acerca de ti y de mí; leo historias que me recuerda tu exilio forzado por la falta de oportunidades que este país brinda; por la pobreza a la que nos tienen forzados a vivir, y la falta de oportunidades que nuestra sangre al brotar tendría para vivir...

Querido Exilio; leí y releí una historia de Marquez, tus sabes como adoro las letras de ese viejito cabeza de algodón; la historia era aquella de dos amantes separados por el tiempo la distancia, los intereses económicos de la familia de la mujer, que juran amor eterno, y se mantienen en correspondencia por telegramas ¿te acuerdas de la historia?: el Amor el los tiempos del cólera...

Querido Exilio; tuve miedo de ser un Florentino escribiendo valses a diosas coronadas, de comer gardenias, de beber roció y acostarme con pajaritas mientras espero tu regreso, para que tu al volver (si lo haces) te olvides de mi amor al cruzar tu mirada con migo y entonces caeré fulminado por tu indiferencia...

Querido Exilio; leer me sienta mal, me hace imaginar terribles desenlaces de nuestra historia, finales en los que me corto las venas por que ya no volveremos a estar juntos; tengo miedo de aquel Paris y Helena; Romeo y Julieta; Coalt y Papaloth...

Querido Exilio; le pido a yaoly echalt que lleve hacia ti mis suplicas de que regreses a mis manos un día; y el exilio no te robe la voluntad de cumplir con nuestro juramento.

Por siempre tuyo.
Raíces.

El Salvador, San Salvador, Ciudad Universitaria, 28/6/08

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