viernes, 18 de julio de 2008

Cartas al Exilio VIII

Querido exilio:

Tus palabras transportadas por yoali echalt siempre son un consuelo para mi espíritu; ayer en un sitio inesperado escuche algo tan cierto para el balance del universo, mismo que el amor debe tener como eje motor "no hay un ingrediente secreto" ahora que lo veo no puedo pedirte que seas más, que cambies o te amoldes a mí; mucho menos tratar de construir un amor viendo al pasado, o soñándolo del futuro, ya que el amor sólo es amor hoy, entendí eso mismo cuando logre captar que hoy es el presente por eso, porque un presente es un regalo: hoy es el regalo más grande que tenemos en la vida...

Querido Exilio; no se si regresaras o no, si tus palabras son más fuertes que tus miedos, que tus predisposiciones, que tus tabúes y la educación que te ha dado el sistema; no lo se: pero confiare que más fuerte que tu palabra es el amor que nos une, y ese amor te traerá de vuelta a mí; porque como cuenta la vieja leyenda, toda alma al nacer es partida en dos, y pasa vagando toda su existencia para juntarse con su otra parte, a la que llaman alma gemela, que no es más que la mitad restante de tu alma; yo creo haberla encontrado en vos, pero será el tiempo y nuestro amor quien lo confirme; yo seguiré haciéndote caso de no perder las esperanzas, ya que es lo único que hasta ahorita nadie ha podido robarme, ni el gobierno, el sistema, tu mamá, o la delincuencia nuestra de cada día...

Querido Exilio; los libros en el encierro cada vez son menos, mis amigos: Cervantes, Gongora, Quevedo, Marquez, Neruda, y los otros que pululan en la soledad del encierro cada vez llegan menos, ya que las paginas preñadas de
palabras poderosas se me terminan; pero leyendo un libro de Carlos Fuentes, encontré algo
que me recordó mucho a ti; el decía que todas las mujeres que conoció en su vida, eran estrellas, eran hermosas y
cautivaban su imaginación; pero la última (su esposa) era la vía láctea, el universo, el todo: en ella la belleza de todas las
estrellas y todo convergía para hacerla lo más bello de todo; pienso que para mí tú eres eso, el lugar donde toda la belleza que he conocido se encuentra; y ahora toda esa hermosura germina en tu vientre, mezclando lo mejor de mí
y de ti en un nuevo ser superior a nosotros dos...

Querido Exilio; a pesar de la pobreza que se vive en este tercer mundo que huele a mierda por doquier, quiero que regreses, que vuelvas con ese pequeño caudillo revolucionario que crece dentro de ti; que traigas a ese Ernesto, a ese Farabundo; a ese Roque y Romero; no para que huela el olor de la mierda de mi país; sino para que la cambie, para que sea la nueva semilla que cresca en los campos salvadoreños, que sea parte de eso que nuestra generación tuvo miedo de hacer o decir, y que las nuevas la traen en la boca: revolución...

Por siempre tuyo
Raíces.
El Salvador, San Salvador, Ciudad Universitaria, 10/7/8

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