viernes, 18 de julio de 2008

Cartas al exilio VI

Querido Exilio:

Leyendo unas viejas redondillas de Sor Juana Ines, sentí para variar, lo que sienten los hombres al enfrentarse a la dura realidad, exigir a las mujeres ser más que lo ellas quieren dar, o pedirle ser lo que no son; para luego renegar en lo que las hemos convertido; me siento mal desde las viceras, por pedirte que cambies sino estás dispuesto a hacerlo, mucho peor al exigirte que lo hagas para ser lo que yo quiero: un autómata, o una Lucresia...

Querido Exilio; tu silencio causo una honda pena en mi corazón, pero a la vez me libero de mi ceguera, pues de mis ojos calló una venda que no me permitía ver cuanto es lo que me haces falta; de vez en cuando es bueno permitirnos ver cuanto es lo que nos necesitamos, cuanto nos amamos, o nos extrañamos.

Querido Exilio; dinero, maldito dinero: poderoso caballero; mas no misericordioso; es él quien nos ha separado, es él quien te mando al exilio y a mí al encierro... es él quien nos limita; te preguntas todavía porque sueño con la revolución; por que estoy estudiando; porque pienso más en el futuro que en el presente; porque soy loco, poeta, y sedicioso; es por el amor que tengo al futuro; el futuro que crece hoy en tu vientre...

Querido Exilio; al igual que tú, por las noches sueño con mi otra mitad perdida en la distancia, y veo las nubes, la luna (mi eterna amante) las estrellas y la bóveda celeste, y se que bajo ese mismo cielo estás tú acobijada, a miles de kilómetros de mi cuerpo, pero clavada en mi corazón y mi mente...
Querido Exilio; ha llovido, ha llovido como si el cielo sintiera mi triztesa, como si fuese complice de mi dolor, o participe de mi desgracia; es un cielo desangrado gota a gota, que trae desgracia en su llanto fúnebre; para variar, esa desgracia la sufrimos los pobres, por la falta de atención puesta en nosotros por el gobierno; ayer cuando las venas abiertas del Dios se vaciaban en nuestra tierra de pobres, un autobús (donde viajamos los pobres) fue arrastrado por una correntada de agua; misma que creció de la falta de planificación que año con año muestra el gobierno y las obras públicas para mitigar desastres; treinta personas murieron ahogadas; por ser pobres, porque a nadie le importaban, porque nadie hizo nada, ni la alcaldía, ni gobernación, ni prevención de desastres: la muerte de un pobre es algo aquí tan natural que ya no sorprende ni es noticia; Exilio, ahora se porque estás allá, porque este país huele a muerto, a muerto pobre; a muerto miserable e insepulto; a muerto que los perros y los buitres se comen en los basureros; y tú y yo un par de estupidos pretendiendo traer uno más a este país que huele a muerto...

Querido Exilio; me haces falta, cada respiración que no me sabe a tu aliento es la muerte, necesito besarte, necesito tocarte, amarte y poseerte, entrar tan profundo en tu ser que nos volvamos uno sólo nuevamente; pero eso ya lo había perdido antes del exilio...

Querido Exilio; ¿regresaras? ¡qué será de nosotros si lo haces? ¿volverá la misma que se fue? Querido Exilio, ahora se cuanto te amo, siempre lo supe, pero ahora ¡lo se!

Por siempre tuyo.
Raíces.
El Salvador, San Salvador, Ciudad Universitaria, 4/7/8

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