viernes, 18 de julio de 2008

Cartas al exilio XI

Querido Exilio:

Parece una vida lo que ha transcurrido desde tu exilio; pero en la realidad van veinte y tantos días, y es que la vida parece caminar muy lenta, más de lo normal sin ti; y de una manera dolorosa; querido Exilio, es difícil de aceptar pero te habías vuelto mi vida, y no como una tediosa rutina, o como una obligación; sino como el aire, el agua, las flores, el canto de los delfines en tu patio, el roció a través de tu ventana, como la primavera rebalsando aromas de tu aliento, la frescura de la hierba de tu cuerpo, la seda de tu pelo y la poesía; cómo no extrañar todo eso; mas aún ¿Cómo seguir viviendo sin eso?

Querido Exilio; te convertiste en una fuerza revolucionaria que cambiaste mi vida; ya no quiero volver aquel viejo sistema de "difuntos y flores" en el que me encontraba antes de conocerte; sos como el huracán que pasa, lo cambia todo, lo transforma todo, lo destruye todo: pero sin esa transformación-revolución la vida misma no podría continuar, porque el cambio es la única constante universal que mueve la vida: tú fuiste ese cambio positivo para mí.

Querido Exilio; ya no puedo sólo pensar en ti, pues mi sangre y mi poesía descansan en tu vientre, creciendo, contaminando tu organismo... haciéndote cambiar a ti también, así como tú me cambiaste a mí; lo mismo hago yo con tigo, te cambio, te revoluciono, te destruyo desde el interior de tu ser, con mis versos germinados en tu alma.

Querido Exilio; escribo acerca de ti, de mí pero sobre todo de nosotros dos unidos en Santiago; en Santiago (Samuelito) en ese pequeño personaje que sin ver la luz del día ya es un cudillito revolucionario, un poeta, un comprometido con la causa de cambio y la transformación..

Cuando vuelva
de la escuela
y en la hierba
ya se mueva.
Ahí viene
ladra el chucho
al que tiene
amor mucho.

Corre y brinca
el cipote
con su cinta
y un jocote.
Ya se vieron
desde lejos
y corrieron
muy perplejos

y se juntan
abrazados
niño y can
ya amarrados.
Soba panza:
mueve oreja;
niño avanza:
no se queja.

¡Vos Canelo!
dice el niño
para el pelo
le da el guiño.
Es Santiago
para el can
mas que el amo
que da pan.

Así más o menos continua querido exilio el pequeño cuento que le estoy escribiendo a Santiago, aunque la verdad ya lo terminé, pero no lo he pasado a electrónico, aún sigue en mi sangre, en papel y tradición; al igual que Tiago, que aún está latente en nuestras y no se materializa todavía.

Por siempre tuyo
Raíces
El Salvador, San Salvador, Ciudad Universitaria 14/7/08

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