viernes, 18 de julio de 2008

Cartas al Exilio IX

Querido Exilio:

Recuerdas aquellos días en que mis versos se volvieron grises; era la época antes de conocerte, de contar con el sol de tu sonrisa, y la primavera de tu aliento; ahora que tú no estás es muy difícil ver la vida a colores, muchas veces mis ojos caen en aquel monocromatismo del tedio, es que la vida en el encierro no es vida; la vida sin ti pierde sentido; como negar que te extraño, que muero cada noche por sentir tu cuerpo al costado de la cama, moverme a tu regazo, oler tu aroma bañado de rocío, y todo aquello que por un milenio de días viví junto a ti...

Querido Exilio; aunque me trate de engañar y sobrevivir a tu exilio; no
puedo, y es que el amor es una adicción tan peligrosa como cualquier
droga; me creaste dependencia a tu saliva; pero no una enferma y obsesiva, no una donde te convertiste en un objeto, o un mueble o algo; me volví adicto a ti por el mismo hecho que uno se vuelve adicto a la vida; porque ese amor que nos brindamos lejos de ser nocivo era complementario, era llenador, no sólo de mis necesidades, o las tuyas, sino que de las nuestras; recordé las palabras de un supuesto amigo de aquellos días en que el destino nos junto "ustedes estaban solos, por eso se gustaron, porque estaban necesitados" recuerdo que en verdad yo tenía la soledad clavada en mi piel por mas de dos años, y tú también venías cargando resignación en el corazón; pero no fue la
desesperación la que nos reunió, sino mas bien la complemetaridad de nuestros seres,
vos eras lo que a mi me faltaba, y o lo que tú no te atrevías a ser...

Querido Exilio; la única realidad que podemos vivir en el presente es el exilio mismo, y el encierro al que el sistema nos condeno; pero no de manera religiosamente resignada; sino mas bien de una manera revolucionaria, y con un pie de lucha constante, en el que no sólo aguantemos y tengamos fe, ya que debemos hacer un esfuerzo solidario para volver a reunificar nuestros corazones en uno sólo, y más ahora que uno y uno suman tres...

Querido Exilio; sigo pensado cada día en ti, sigo soñándote y esperándote, y se que si juras que vas a volver, lo harás, y que las luces del exilio no quemaran tus pupilas y seduciran tus sentidos; me pregunto querido Exilio, si yo fuera a vivir al exilio del sur, o del este ¿regresaría? o si tú me esperarías en el encierro con el estoicismo que yo lo hago ahorita...

por siempre tuyo.
Raíces.

El Salvador, San Salvador, Ciudad Universitaria, 11/7/8

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